Crítica de rock

Leí Rita viaja al cosmos con Mariano en un viaje en bondi, desde la casa del autor hasta la mía. Claro, es un cuento para chicos. Me encantó empezarlo y terminarlo, levantar la mirada y reconocer la parada. Bajarme. El libro me hizo acordar a cuando era chica. Creo que Casas y yo hubiéramos sido amigos en la primaria. Tengo esa sensación. Antes de llegar a casa pasé por el Coto a comprar algo para la cena. Porque no es época de vacas gordas y casi siempre hay nada en la heladera. Por suerte había cerveza, así que mientras preparaba la ensalada me puse a beber. Y Flaming Lips acá es un bálsamo entre tanta presión. Son casi las diez pero siento la presión. Hoy pinté unos mandalas e hice un collage con acrílicos. Lo tensé en la ventana que da al balcón y le tiré unos colores. Unos pocos colores, los que tenía, siguiendo el do it yourself. Y quedó ahí toda la tarde. Cuando llegué del super, del viaje en bondi con Rita, Mariano y sus amigos, subí la persiana y ahí estaba mi collage. Se veía raro. Como si no lo hubiera hecho yo. Pero sí. Durante la tarde me metí en los colores de un caleidoscopio que en realidad era un mandala, y me dejé estar. Sin sentir la presión ni el paso del tiempo, ni nada de lo que últimamente me olvido. Sencillamente porque tengo la cabeza en otro lado, porque ya no soy una fundamentalista del periodismo de rock.

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Acá hay algo para jugar.

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