Bubulina se llevó mi amor

No era la primera vez que Charly García se presentaba en Tucumán y como el editor de la página donde escribo ya me había responsabilizado de las coberturas de los shows que venían de Buenos Aires, ahí me dirigí. Ingresé bastante puntual con mi credencial a las carpas de atrás del escenario para vivir desde adentro una noche pretenciosa y de luna llena. Allí me quedé con la gente de la productora que había conocido a la tarde en el suntuoso Gran Hotel, que reposa frente al parque 9 de Julio. El catering, las cervezas Norte, los simpáticos mozos, los sillones que te absorbían, hacían del Club Central Córdoba tu casa.
El recital estuvo diez puntos, a pesar de las 2 horas de demora del esquelético García, quien hizo un repaso por su indiscutible carrera con una banda acorde a sus exigencias musicales.
La noche era ideal, la cerveza fría se vendía como pan caliente y se dejaba beber acompañada por el clima templado de noviembre. Pasaron Serú Girán, La Máquina de hacer pájaros, Sui Generis, versiones solistas y hasta covers de los Stones. Fueron casi 3 horas de viajar por otras épocas, de muchos recuerdos de mi adolescencia, período en el que conocí el arte de García, hasta que llegó la hora de la despedida de la mano de Eiti Leda.
Carolina, una de las chicas lindas de la productora que lo trajo, bastante fanática de Charly, me dice me acompañás? Y me señala con la vista la carpa-camarín, engalanada con una alfombra roja y sillones blancos, tales caprichos del agasajado. Yo no sé cuántas "Nortes" me había tomado, no me importaba nada, total, tenía mi grabadorcito en el morral, tal vez podría hacerle alguna pregunta. Y vamos, le digo. Subimos las escaleras y todo el esqueleto de García estaba desparramado en un sofá mientras fumaba con esos dedos horribles que meten miedo. Caro se sienta despacito, con cuidado y yo me quedo parada mirando el cuadro. Hola, me dice Charly. Hola, le contesto ya que no me caracterizo por ser maleducada.
Querés sanguchitos?
No, gracias.
Querés empanadas?
No.
Coca?
Mmmmm no me gusta la coca.
Y que querés, nena?
(Charly no tenía por qué saber que yo soy vegetariana y todo lo que me ofrecía tenía carne. En realidad no quería nada, sólo cerveza, pero me dio vergüenza pedirle.)
Nada, le contesto.
No querés nada? Si no querés nada, ve por allí, niña, me dijo y me señaló la puerta con su gigante y huesuda mano pintada.
Ofendida y acusando -para mis adentros- de limado a Charly, levanté los hombros, hice una mueca y bajé las escaleras que me transportaron a otra carpa donde rescaté otra cerveza, salí del predio y paré un taxi.