Sábado biótico

Hay un viento terrestre que hará que mis plantas vuelquen como en la última tormenta. Ya salí, las regué, les hablé a quienes consideraba necesario y vi a Marina, enorme con hojas verdes como la marihuana. Me gustan más las plantas que despiden mucho olor que las que no. Por eso mis preferidas son la menta y la marihuana, Menta y Marina, respectivamente. Seba el otro día me trajo un beso y una alegría del hogar muy linda, con flores rojas. Y claro, mi deseo es transplantarla para que siga creciendo. Pero ayer fui al Coto y no había macetas. Al regresar, miré atentamente todos los puestos de flores de las calles que caminé y no había macetas en ninguno. ¿Podés creer? En uno de esos puestos había, pero muy grandes. No sé cuando nació esta dedicación por las plantas. Nunca les había dado bola. Pero ahora me levanto y lo primero que hago es ir a verlas. Seba me hizo notarlo. Me apoyo en la ventana, las miro y siempre hago un comentario sobre alguna. El viento está como loco. Temo por Marina. Sus tallos parecen fuertes pero igual. Marina nunca va a dar flores. No obstante, no la quiero matar. Creo que esta cosa planteril me vino desde que me quedaba a cuidarle las plantas a Seba cuando él se iba de viaje. Se ve que me encariñé. Nunca había tenido una responsabilidad sobre un ser vivo, además de mi propio ser vivo. Porque cuando tenía al Indio, más que nada se ocupaba mi vieja de darle de comer. Yo sólo me ocupaba de abrazarlo. Cada vez que me harto del periodismo pienso que me gustaría ser jardinera. Lo pienso bastante seguido, como para tener que pensar menos. Lo que mata son los pensamientos. Ser jardinera debe ser toda una experiencia. Pero hoy, sábado de viento en el balcón, sigo queriendo ser periodista. Tengo mucho trabajo atrasado y trabajar los sábados me encanta. Chau, un beso a todos, en especial a mis plantas.

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