Ella fue la cuarta hija de un matrimonio que se casó joven y en apuros. Nadie sabía este detalle, hasta que nació el primer hijo y claro, no había nacido de seis meses, sino que fue sano, rozagante y rubio limón. Entonces, Ella fue como un mal polvo, al igual que sus tres hermanos. Como un coito interruptus no muy interruptus. Como un no me di cuenta lleno de culpa. Entonces sus hermanos se ocuparon de Ella desde que fue bebé. Porque se sumaba uno más a la familia pero no se alimentaba una boca más con la sospechosa creencia del pan bajo el brazo. Su madre tuvo que ponerse a trabajar y no estaba casi nunca en la casa. Así fue como Ella tomó cosas de cada uno de sus hermanos y fue creciendo. Entre juegos de nenas, música de adolescentes y libros de adultos. Ella tenía seis años cuando la llamó a su hermana por teléfono, la que le llevaba doce años, a la casa de su novio y le dijo poné canal 7 que están pasando la película de Cortázar. Ella distinguía muy bien a los escritores. Su hermana mayor le hacía escribir cosas mientras escuchaban música. Vas a alimentar tu imaginación y la música va a quedar para siempre en vos, le decía su hermana. Escuchaban She’s so heavy, las dos calladitas y en penumbras. Después su hermana le decía ahora vamos a escribir lo que nos hizo sentir esta canción. Entonces Ella dibujaba chicas volando por los campos, y escribía sus percepciones con letra recién enseñada en las aulas de la escuela. Janis Joplin era para bailar, Pescado Rabioso para cantar y Led Zeppelín para imaginar. Por las noches le adaptaba cuentos de Borges mientras se acostaban a esperar el sueño, a veces de Cortázar y otras de Lovecraft, suavizados, claro. No sea cosa que Ella tuviera pesadillas con seres de otro planeta. Con su hermano, que le llevaba catorce años, miraba películas, y no justamente infantiles. La obligaba a sentarse en el sillón a ver Pesadilla. Pero mucho no duraba, sólo hasta la primera aparición de Freddy Krugger, que se iba llorando al abrazo de alguna de sus dos hermanas. Su hermano había fabricado la mano de Freddy con un guante de lana gris, le había cortado los dedos e incrustados garfios, que eran tiras de lata cortadas con alguna tijera filosa. Guardó la mano de Freddy en una bolsa y la bolsa en el galpón del patio. Entonces cuando quería verduguearla la llevaba engañada al patio, vamos a jugar a la pelota, le decía. Ella iba contenta y jugaban hasta que su hermano colgaba a propósito la pelota en el galpón y luego entraba a buscarla. Pero no aparecía con la pelota, sino con la bolsa que contenía la mano de Freddy. Entonces Ella salía cagando para adentro, llorando y diciendo que no quería la mano. Otra vez abrazos de las hermanas. Con la del medio, que le llevaba ocho años, jugaba, más que nada. Esta hermana tenía una imaginación del tipo inteligente, entonces le armaba juegos e historias que podían compartir a la perfección, aunque a veces las historias eran un poco desparejas, porque si jugaban a la casita, Ella era la mucama. O si jugaban a Susana Giménez, Ella era un susano. Siempre le tocaba ser la secretaria, pero nunca la conductora. Su hermana del medio tenía la manía de grabar. Su padre le había regalado un grabador de periodista y andaba siempre grabando. Había cachado a su madre a los gritos, a su hermana mayor también gritándole y hablando pavadas de la edad, a su hermano diciendo cosas del infierno y riendo. A su padre jamás logró grabrarlo, debe ser porque nunca hablaba. Cuando Ella empezó a leer, su hermana del medio le daba canciones en inglés escritas fonéticamente, o sea, como sonaban. Ponía Mentes Suspicaces y las dos cantaban mientras besaban una foto de Elvis. Su hermana del medio se ocupaba de que aprendiera la canción de memoria, así dejaba de leer el papel y se volvía una cantante profesional.
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Comentarios
hermoso!
Cel: Gracias =)