Le sonreí

El otro día, el 3 de junio, además de las elecciones a Jefe de Gobierno, fue el cumpleaños de mi papá. Yo me había olvidado por completo del detalle electoral, entonces subo a un taxi, luego de comprar el diario a las 2 de la tarde (un poco tarde para el almuerzo de cumpleaños) y luego de leer la tapa, le comento al taxista “cierto que hay que votar, me había olvidado”. Él festejó la ocurrencia de su pasajera colgada y ahí comenzó una serie de ping pong de preguntas y respuestas (sí, como en Feliz Domingo). Que si estudio, que si vivo sola, que a quien voy a votar. Ya estudié, vivo sola, no sé si voy a votar. De vuelta el taxista en acción: de qué te recibiste, trabajás de eso, en dónde. Le digo que me recibí de periodista, que sí trabajo de eso y le señalo el diario que estaba leyendo. Me pregunta la edad, si tengo novio. Le digo mi edad, se sorprende, me daba 24; y le digo que no, que no tengo novio, pero que me gustaría estar con alguien para compartir mis cosas. Al final de esta conversación ya habíamos llegado a lo de mi papá. Entonces, con el auto estacionado bajo el sol de un Belgrano desierto, el taxista se da vuelta, me mira y me ofrece su teléfono. “Me podés llamar”, me dice, “me gustaría ser tu novio”. Agradezco los halagos pero no acepto su número de teléfono. “Vas a conseguir un novio, sos muy linda”. Supongo que le sonreí, supongo que habré recordado algo que borró mi sonrisa. Agarré el diario, bajé del taxi y llegué una hora tarde al cumpleaños de mi papá.