La brasa de un fósforo mal prendido de una caja húmeda de 222 patitos salta directo a la juntura de los dedos pulgar e índice. El calor que siento en la mano me impulsa a sacudirla con desesperación. Exagero, ni que estuviera quemándome viva. Ahora la cicatriz es roja y ardiente. Y duele la pielcita mientras el olor la sopa se mete por mis poros y, al contrario de los que muchos llamarían un domingo perfecto de sol implosión, yo quisiera cerrar la persiana. Anoche me moría de frío y hoy tengo calor. Cuatro horas de sueño nunca serán suficientes. Las manos están cansadas, pesadas. Nada de lo que haga hoy incluirá al mundo exterior. Arriba del camisón de verano me puse una polera. De lana, obvio, bien gorda. No saldría con ella ni a sacar la basura. Voy a tomar la sopa, pedir helado y meterme en la cama a recuperar el acento de la noche.
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Comentarios
jajaja
un beso!
Criatura, gracias. Las manos son un medio. Mua!
pd. me gustó el blog. voy a seguir leyendo lo que está antes de esta lana bien gorda
besos