Antes de irse de casa, ella pasa al baño. Yo sé que tiene que irse y que la hora y media que me regaló de visita nos la pasamos hablando, saltando de un tema a otro, desesperadas por hacer valer el tiempo. Cortábamos las palabras por la mitad para economizar. Pero fue muy poco el tiempo. Por eso ahora, corriendo, pasa por el baño y yo saco la guitarra de un tirón.
- Te voy a tocar una canción, Kuki - le grito desde el comedor - a ver si la reconocés.
- A Malagueña ya me la mostraste - me dice ella, siempre atenta.
- No, no es Malagueña.
Y arranco con la intro. Ella empieza a cantar desde el baño "Her green plastic watering can...".
- ¡La reconociste! ¡Qué grossa, Kuki! - le grito emocionada sin dejar de tocar.
- ¿Cómo no la voy a reconocer si amo esa canción? - dice ella irrumpiendo en el comedor y acomodándose el vestido.
- Es verdad.
Y sigue "She lives with a broken man...". Ella baila al ritmo y a mí el corazón se me encoge como una pasa de uva.
- Te voy a tocar una canción, Kuki - le grito desde el comedor - a ver si la reconocés.
- A Malagueña ya me la mostraste - me dice ella, siempre atenta.
- No, no es Malagueña.
Y arranco con la intro. Ella empieza a cantar desde el baño "Her green plastic watering can...".
- ¡La reconociste! ¡Qué grossa, Kuki! - le grito emocionada sin dejar de tocar.
- ¿Cómo no la voy a reconocer si amo esa canción? - dice ella irrumpiendo en el comedor y acomodándose el vestido.
- Es verdad.
Y sigue "She lives with a broken man...". Ella baila al ritmo y a mí el corazón se me encoge como una pasa de uva.
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