La esquina baila

y de repente se van los chicos de casa. ya no hablamos de teorías conspirativas ni de lo inentendible del tiempo, que no existe el infinito si en verdad nos movemos en ciclos. no hay más vino pero en el cenicero descansa la risa y un vinilo gira. coincidimos con coverdale cuya tremenda canción no deja lugar para la buena onda de hughes. amor del destino, el sonido de un molino girando, los ecos de la distancia. el chivas sobre la mesa. lo desvirgamos y te recuerdo que el whisky lo tomo con agua. eran las 12, la 1, las 2, no sé. y brindamos porque dos años y medio atrás estaba desdoblándome en la que era tu cama y mis medias se llenaron de pelusas y tu cuerpo fue el sensacional estreno para mi cuerpo débil y maravillado por el genio emergente entre el humo.  

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