El Perrodiablo

A poner música y a organizar un poco este kilombo que es mi casa pre mudanza. Eso me dije hace un ratito. Tanto la morada nueva como la vieja tienen un aire a derrumbe, a un Kosovo suave, derruido en armonía y con manos manchadas de látex blanco. El desafío es poner música y seguir con mi trabajo en casa, en ésta, la que construimos entre dos, donde tratamos por todos los medios que entrara un poco más de luz. Vital para la vida humana, vital para mi trabajo puertas adentro. Tengo que desgrabar una nota que hice hace cerca de veinte días y por supuesto este Kosovo dulce me dispersa. Camino entre las cajas y pienso en embalar alguna que otra cosa, voy a vestirme al cuarto y pienso en guardar la ropa que está volando como el polvo que traemos de la casa nueva. El mate aun está en pie desde las 9. Esa es mi virtud, preparar un mismo mate que se toma toda la mañana. Recuerdo la reunión en el diario de la semana pasada. Estaban mis queridos colegas con ideas nuevas cuyos conceptos exceden el periodismo actual y roza el romanticismo con el cual empecé a estudiar hace más de diez años. No hubo birra ni porro, como siempre hubo en los bares aledaños a la redacción. No hubo post reunión en las fiestas o en los recitales o en las casas de prenseras amigas. Apenas una cerveza en ese sucucho con olor a fritanga de Constitución donde los pibes con gorritas se corren tras las ventanas. "Eh guacho, ¿qué te pensás?", y vuela alguna cachetada. La birra se paga por adelantado y entrada la noche y la lluvia les pido a mis colegas que me acompañen hasta el subte. No me gusta caminar sola por Entre Ríos pasadas las 22. Convenzo a alguno de que se tome mi mismo subte y seguimos en la sintonía  del amor por las letras transcriptas en verdades. Nuestras verdades subjetivas que penden de un corazón sincero. Esa tarde en el diario Luis me dijo "tenés que llevarte este disco". "El Perrodiablo", dije. "Se la pasan hablando de esta banda los chicos pero creeme que aun no la escuché". Obviamente Luis me creyó. Así que esta mañana, mientras el mate resiste los embates de las horas matinales, y me dispongo a coordinar la paz entre las cajas del comedor, me iluminé. Algunos discos están sin embalar. Son los discos con los que tengo que trabajar o los que me llegaron por correspondencia. "El Perrodiablo - dije - todos hablan de esta banda, el compañero Stráss los ama". El primer acorde de Algo sobre estar vivo me voló la peluca. Y así sucederá esta mañana en las ruinas de la vieja casa, intentando desgrabar, intentando embalar. 

Comentarios

Fede dijo…
Cuánta fritanga que había en ese sucucho, it's true
Julia dijo…
No sé por qué seguimos yendo a ese bar... supongo que es por la cercanía al diario.