No puedo obtener satisfacción pero sí un aura blanca que me guíe



Arrimaste la silla a su lado y te dijo:
- Te vi el aura, todo el tiempo te la vi.

Volvías de la oscuridad y sonreíste sorprendida porque por equis motivo, aun tenías el latido en caliente de lo que duele por pasión pero también por belleza.

- ¿De qué color? - quisiste saber
- Blanca, todo el tiempo, blanca y llegaba hasta allá arriba.

El aura

-un coto energético de irradiación luminosa policromo que envuelve a las personas como una corona, invisible para la gran masa de los seres humanos-

le dijeron una vez,
antes, hace mucho,
que su aura era naranja.
y la compararon con amarillo,
un aura de energía algo más leve
que anda por los medios
que anda en la tibieza
el color no se define,
se sobrevuela como en viaje astral
pero de la tierra se está lejos.


El aura naranja de antes
                                       era fuerte, 
                                                        combativo
                                                                          pero fácilmente explosivo.
 

Y hoy era blanca. 

El aura,
como la calma de los elefantes,
pacífica por el camino y los años.

Pensé que el aura blanca tenía que ver con la concentración en el amor puesto a lo bruto, a la que te criaste, el que se practica. El campo magnético del amor puesto en la obra del hoy, en la revolución post divague con corazoncitos de la boca para afuera. Ya no hay tibiezas las cuales sobrevolar dormida. La época exige violencia, decía Henry Miller en esa biblia, pero sólo estamos obteniendo explosiones abortivas.

Con firmeza
enraizada en la conciencia
con rizomas familiares
que murieron
con el cianuro en la lengua
en los vuelos de la muerte,
enfrentamientos inventados,
con raíces familiares
que leyeron gritaron mostraron
libros, cartas de amor,
cine y sangre de compañeros
con raíces familiares
que obtuvieron mucho más
que explosiones abortivas.

No agradezco a mis raíces
sólo con estas palabras
tibias y voladas por el viento
engalanadas de cintas rosas
y firuletes colores pastel,
no.
Me hago carne
soy la sangre, la carta, el cianuro,
soy esta novela non fiction,
el río después del vuelo que trajo tu muerte
por eso
corto con tanta dulzura,
corto de cuajo el sopor
de los días leves de indecisión
de los días en los que
no puedo obtener satisfacción,
porque
tengo una deuda con la humanidad.

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