El ritmo tibio de Violeta

Te fuiste una tarde de abril, el mes que más tarde te cambiaría la vida. Llovía, como para avivar el cliché, y yo me metí en el hueco de tu cuello y respiré rítmicamente los mocos, con hipo y mojando tu hombro. El micro fue puntual y te chupó a un agujero negro, donde te fuiste a crear tu propia familia, donde vos y él fundarían su piedra inicial, la familia de origen de Violeta. Allá dejarían de ser completamente hijos para tener los suyos. Siempre te me adelantaste. Esa tarde lloraba en tu hombro como una nena, ni pensaba en la posibilidad de acostumbrarme a tu ausencia. No estás acá, no estás presente, pero te escucho reír, escucho tu inteligencia a la distancia, sos la mamá de todo el amor cruzando el mar plagado de ballenas hasta acá.

Comentarios

Nancy G. dijo…
que transmisión directa, clara como el sol, hermoso poema, preciosa experiencia
Julia dijo…
Gracias, Nan! Las hermanas, los sobrinos, son eso; una línea recta de cuore a cuore.