La abstracción nos une

Hablamos en abstracto. Con Jessi y con Ceso hablamos en abstracto. Cualquiera que escuche desde afuera, escucharía una sucesión de sonidos. Como cuando Huesos no comprende lo que le dice Bart. Pero eso es lo grandioso de hablar con las amigas con las que te une algo más que decenas de años de habernos visto por primera vez. Con las dos fue amor a primera vista. Me acuerdo de eso. Con Jessi en un boliche, ella me mostraba cómo bailaba Jagger y yo, sentada en un parlante, adolescente y nihilista, la miraba y pensaba está loca, pero es linda. Al lunes siguiente la vi en el colegio, era la chica nueva. Teníamos una amiga en común, Eva, entonces con mi amiga Brenda Psicobolche las invitamos a ver a un documental del Che Guevara al local del Venceremos de San Martín. Por la tarde vimos la película y después nos fuimos a caminar. Le fumamos el porro a alguien y llegó la noche. Deambulamos por los bares y después nos echaron de un boliche. Entonces nos quedamos las cuatro hablando nuestras primeras conversaciones abstractas en las hamacas de la plaza. Esa noche Jessi contó que a Jagger siempre lo echaban de las fiestas, que no teníamos que entristecernos por eso. Tenía quince yo. Siete años más tarde conocería a Ceso y el flechazo sería en la primera clase de redacción. Yo ya había pasado por Puan pero lo extenso de su programa me atemorizaba, y lo que me impulsaba era la escritura. También la lectura. Y hacer el bien social. Mi psicóloga me había dicho: Julia, sería bueno que termines algo, y me recomendó anotarme en Tea. Le hice caso, claro. Esa noche, Betty, la profesora de redacción, armó un semicírculo y cada uno tenía que presentarse. Ceso habló y dijo que se había metido a estudiar periodismo porque, entre otras cosas, le gustaba escribir. Y cuando llegó mi turno, comenté que, como dijo Cecilia, a mí también me gusta escribir. Ese detalle Ceso no se lo olvidó más. Yo había retenido su nombre y algo en lo que ella contó me conectó enseguida. Y también, nos hicimos inseparables. Una noche, en pizza Ugis, la última noche de cursada de la carrera, ella me dio una carta donde enumeraba las cosas que valoraba en mí, y una de esas cosas era mi peronismo y el hecho de que, al igual que ella, venía de una familia de laburantes y con valores similares a los que ella acunaba. A diez años de recibirnos de periodistas, perfeccionamos nuestro dialecto abstracto, sucesión de sonidos inentendibles para corazones sordos.

Comentarios

que lindo regalo a las amigas!
Patricia dijo…
Me perdí ese proceso, suena muy bien......
Aunque me gustaría aparecer
en las páginas de la memoria de
alguna persona, llegar a ser imprescindible para alguien, como lo son tus amigas.
Que viva la Amistad!!!
Julia dijo…
Pato, seguro sos muy importante para alguien, cómo que no? Todos tenemos a alguien. Y sí, las amigas son lo más, comparten la tienda roja donde nos sentamos a conversar con la certeza de que estamos sintiendo. Besos a las dos!