De ballenas y amores

Ni bien llegué estaba Román esperándome con la campera cerrada hasta la pera. Nos reímos y abrazamos. El frío calaba, pero no lo notamos. Hablamos atolondrados en el auto e hicimos el camino más largo para tomar toda la costanera y ver el mar abierto. Román quería que viera las ballenas. Y fue lo primero asombroso que vi al llegar. Lo segundo, fue mi sobrina.

Comentarios

jule dijo…
recomendadísimo: caminar por la playa con marea baja extraordinaria, de una punta a otra.
variante: ir al muelle viejo cuando ya está oscuro y quizás ver la silueta gigante de un cetáceo iluminado por las luces portuarias.
felicidades, feliz familia
Julia dijo…
Oh, Jule, me imaginé toda la secuencia, qué felicidad, cuánta belleza! Gracias, estoy acá, en tus pagos.