Aguas (re) fuertes

El yugo eslavo *

Mariana es Natalija, la actriz frívola que los íntimos yugoslavos Marko y Blacky se disputan sin importar la guerra ni la traición, protagonista de lux en Underground, esa obra maestra del cine estrenada en el ‘95. Extasiada de alegría, esta Natalija criolla de rulos como el pibe Valderrama pero negros, oscila entre uno y otro, da vueltas con los brazos en alto colmada de música de los Balcanes que la hace bailar y entregar su amor sin mirar a quién. Emir Kusturica la toma de la cintura y baila en círculos. Mariana lo abandona y danza con esta especie de maestro de ceremonias, un híper estimulado Dr. Nelle, que en algún lugar del escenario dejó el violín para trenzarse con la graciosa mujer. La música se enfiesta en cada uno de los que puebla la pista y la quimera nace al cerrar los ojos y entrar en el tiempo de los gitanos. Atrás queda la realidad del terruño austral, en cambio todos se apropian de la tradición balcánica. Al menos hasta que este ejército de la celebración diga adiós. Todos somos, fuimos y seremos gitanos en las noches en que Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra trae su permanente excursión gitana. Sonidos árabes, hindúes, griegos, italianos y rusos están en un anaquel de humo, quilombo, gritos y sarcasmo ampuloso. Hay más de veinte personas en escena y no todos son músicos. Entre el bulto de chicas bailando, músicos ejecutando y otros que sobresalen detrás del telón, se lo ve a Dragan Teodorovic, el fotógrafo que viaja con la banda inmortalizando cada toque, delante de la batería, disparando con su herramienta de trabajo. El día anterior había presentado su muestra de fotos en el bar Orsai, reducto conceptual para aquellos seguidores de Hernán Casciari. En esa casona de San Telmo devenida en bar tocó la Jazz Gitano Ensamble, que el viernes pasado presenció por primera vez el show de Kusturica en el Teatro Vorterix. La noche de la muestra supuestamente iba a venir el cineasta. Había cerveza free y los músicos convidaban whisky a las chicas, pero cerca de la 1 la ausencia de Emir fue un hecho. La explicación de alguien de la producción fue simple: “él es así como ves sus películas, va y viene, es un gitano sin tiempo”. Entonces vuelven nuevamente las imágenes de esa joya hilarante que es Underground con música de Goran Bregovic, donde Marko y Blacky comandan borrachos la caravana de tiros y trompetas. Ahora la marcha se mezcla con el acordeón blanco que toca Zoki Milošević sobre el escenario del Vorterix en Buenos Aires, a miles de kilómetros y de años de la Europa de entreguerras.

* Publicada en Página/12, suple NO.

Comentarios

La Criatura dijo…
acá pasó algo parecido, hay un bar que lleva su nombre, se cortó la calle, se montó escenario, gente, morfi, chupi... y el gitano no fue.


(pero al menos si fueron sus músicos)
Julia dijo…
Claro. Igual, Criatura, lo que yo quería, era ver el concierto. Te confieso que por ser periodista, soy cero cholula.

Muac!

Pd: nunca crece ese niño!