Una palmera en medio del jardín
tiene mi casa del futuro,
como la del pasado,
con raíces de habichuelas mágicas,
que crecen y crecen
hasta perder de vista sus brazos.
Nunca pude ver las hojas
más próximas al cielo,
las imagino afiladas como una tijera.
Un tapial veo en mi casa del futuro,
con ladrillos a la vista
y la altura justa para sentarse
y dejar los pies colgando.
Ahí se reciben las visitas que no llegan
a la puerta y charlamos en verano,
de parados,
los codos raspando la frutilla.
Ay, mi casa, mi casa,
aparece en los sueños,
es etérea,
está viajando,
viene del pasado porque en el presente
todavía no se mezclan la cal y la arena.
Noviembre 2010
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