Qué bueno que salió la mancha de vino de la remera nueva de Los Beatles

Yes. Vengo de tomar cerveza con las chicas, con el grupo de las chicas periodistas. Estar entre periodistas es estar en casa. En casa ya, la de carne y hueso, quiero prender un cigarrillo. Las chicas me preguntaron por vos, yo les conté y ellas escucharon. Yo pregunté por los otros, los suyos, y me contaron, a veces me alegré y otras, me entristecí. No voy a fumar. Primero porque no fumo más y segundo porque no tengo idea si hay cigarrillos en esta hermosa casa libre de humo. Ahora hay limones, hasta tanto no se acabe el difusor de aromas. Después volveré al Sai Baba, Nag Champa, Goloka. Cuando les conté, las chicas se alegraron y comprendieron que a veces pase lo que pasa. Dieron sus opiniones, me parecieron piolas. La lectura estuvo bien. Pero los chicos académicos me aburren un poco, debo confesar. Son presumidos y pretensiosos. Pero en verdad son como cualquier chico que mira a cualquier chica mientras se le pone dura. Son hijos de vecino. Lo que rechazo es la necesidad de hablar y hablar y hablar todo el tiempo ejerciendo la papeleta de teóricos. Y citan autores. Uno, otro y otro y yo uff, dale, decí algo copado, algo tuyo. Eso fue escrito hace tanto ya. Y hoy presentaba su libro un chico rubio, las chicas decían que era lindo, a mí no me pareció lindo. Y hacía mucho que no veía a alguien tan arrogante. Su libro me pareció bueno, pero eran traducciones con un touch propio, y una crítica ordinaria a la poesía y su fauna. Me pasa en las lecturas que muchos critican desde un lugar supuestamente ingenioso a la poesía. Algunos lo hacen desde plumas geniales, no te digo que no, pero se está volviendo una costumbre del ego hacer el numerito, el stand up, el crítico literario, el académico, el lumpen, la calentona, la dark, el que habla de su pito. Pero no voy a enumerar los perfiles para simplemente dejar asentado que yo también observo. Y claro, yo observo, me la paso observando. Pero acá yo no importo. Con el tachero que me trajo a casa terminamos hablando de peronismo. Él me preguntó qué estaba estudiando. Le dije que soy periodista y que generalmente me preguntan qué estudio, pero estudié hace mucho, me recibí y hace mucho que ejerzo. El tachero tampoco tiene tele, me dijo. Yo le dije que ayer nos colgamos viendo un docu de Cámpora y un ratito ET. Que me gusta ir a tu casa y adueñarme del control remoto, aunque rara vez miremos algo de verdad. El tachero me habló del proteccionismo y de la industria pesada del peronismo. Yo le hablé del don de gente y le conté el caso de mi compañera de grupo terapéutico, señora bien de San Isidro que se peina todos los días en peluquería, que apoya al Gobierno porque quiere que los que menos tienen puedan algun día llevar la vida que lleva ella. El otro día volví a ver el video del sepelio de Néstor, cuando entró el tipo del campo y le agradeció al finado y a su mujer. Lloré ese día.

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