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BOMBA ESTEREO Y EL PROBLEMA DE RECORRER EL MUNDO SIENDO DE COLOMBIA

“Casi no podemos viajar libremente”

Crecidos desde las entrañas de la cumbia colombiana, enaltecieron la música de su país y se instalaron en varios puntos del tablero, al grito de Fuego. Poco a poco, esta alianza entre la cumbia y electrónica tomó posesión desde el Caribe hacia el mundo. Pero viajar a veces se les complica. Hablan Simón Mejía y Li Saumet.

Por Julia González

Bomba Estéreo no se caracteriza por ser una banda que se anda con vueltas. Es más bien clara en la irreverencia de apiñar sus raíces colombianas con la electrónica y parir así la cumbia psicodélica. Y como las paradojas suelen ser un desafío para la reflexión diremos que en este caso esas contradicciones son las mismas razones que embellecen su música. De un lado se subleva lo antiguo de la tradición: el folclore, donde los ancestros africanos se remolcan al presente. La cumbia y la champeta fueron impulsados por Simón Mejía, creador de Bomba, quien adherezó con un condimento kitsch y sirvió aguardiente en la pista de baile para todos y todas. Y del otro lado está el sonido nuevo de la tecnología, donde se alinean finos detalles de sintetizadores, dando como resultado la inevitable enajenación de aquel que los escucha en vivo.

Con sus amigos y compatriotas que también enaltecieron la cultura colombiana, Systema Solar y Chocquibtown, Bomba Estéreo atacó hasta Kamchatka y se instaló en varios puntos del tablero, apadrinados tácitamente por los puertorriqueños Calle 13. De a poco esta alianza de cumbia y electrónica fue tomando posesión desde el Caribe hacia el mundo. Con Fuego como un hit que más de un rockero querría tener (es la cortina musical de El puntero, unitario protagonizado por Luis Luque y Julio Chávez, y además es el tema del juego FIFA 10), Bomba Estéreo se anota la victoria de haber llevado la cumbia donde jamás hubiera sonado, como Nueva York o Shanghai. Llamarlo pacatería o cultura, lo mismo da, lo cierto es que Estalla, el segundo disco de los colombianos y el primero en el que participó Liliana Saumet como vocalista guerrera, ya se ganó el cariño de gran parte del planisferio que los colombianos visitaron.

Pero atención, que aquí entra en juego otra de las paradojas; la dificultad burocrática de viajar que les arroja un manto de sospecha debido a su ciudadanía. Se preguntan en su blog: “Cuándo será el día en que los colombianos nos liberemos de ese proceso extremadamente caro, tedioso y hasta antiecológico de tramitar visas en donde se necesita imprimir casi una resma de papel para hacer un paquete del tamaño de La guerra y la paz de Tólstoi (...)”.

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Suple NO, Página 12. Aquí la nota entera.

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