Y estaré en las paredes,
en los marcos de las ventanas,
en la noche que escuchamos la radio,
en el gotero de las flores de Bach
que usaste para manchar el agua y pintar.
Las paredes tienen mis manos,
mis gustos,
un blanco que será un color.
Mis fotos te llegan por correo
y cómo vas a hacer para no recibirlo.
Estoy en las recetas,
en tu gusto,
en la cocina por donde
corrió la rata a esconderse,
en las cortinas que lavé y colgué chuecas.
Las baldosas del baño son mi alergia,
los monitores que vi llegar,
el llavero de los Cubrepileta,
la actividad en el cuarto
y preparar la música,
tu papel higiénico,
las tazas percudidas,
el parqué pulido,
la siesta con mi pierna
inmovilizando tu cadera,
siestas cronometradas de domingo
que sellan el tic tac
de la arquitectura del amor,
endeble en este siglo,
donde nada se sostiene
sin cuatro manos de vigas.
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