Bendecida por las luces químicas y de colores

La verdad es que tengo hambre y sueño. Vengo de un viaje super largo a Avellaneda. Ida y vuelta, le metí tres horas o más. Ahora tengo que escribir una nota de los Necrodramas para entregar en un par de horas. Pero antes tengo que resolver algunas cosas, como el tema del hambre. Creo que con un mate lo emparcho. Anoche leí en la fiesta de cumpleaños de Nulú Bonsai, la editorial que editó mi poemario Full of love. La historia de la desvinculación con Nulú es larga y no la voy a contar acá. Pero la cuestión es que me invitaron y fui, con resaca de un sábado peposo sin fin. Me dolía el alma que no sé cómo me arrastró hasta allá. No sé cómo llegué. Lo cierto es que antes de llegar me caí en la calle de rodillas. Tenía unos zapatos con mucho taco y se ve que aun no los domino. La fiesta de cumpleaños de Nulú me levantó la pepa. Leí unos poemas acordes, triperos, y escuché al resto de los poetas. Los amé. Ojalá todas las lecturas se asemejen a lo que pasó anoche. Surrealismo y amistad, olor a flores en el aire y buena música. Amistades desgastadas que se resignifican con el tiempo. Amor y más amigos. Volvimos a casa directo a dormir. Y la oscuridad fue un bálsamo para este espíritu dolorido y lleno de químicos. Hoy caigo en la cuenta de lo que pasó anoche y me siento muy agradecida y bendecida.

***

Comentarios