La respuesta es sí.

Una vez me preguntaron si mi imagen era dulce como mi voz

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La verdad es que la belleza de las cosas no tiene fin. Anoche estaba terminando de leer Kryptonita de Leonardo Oyola mientras esperaba unas empanadas para traerme a casa, y viste cómo son los finales de los libros, te dejan sin aliento. Bueno, yo me vuelvo loca con los finales y hasta soy capaz de llorar. Más de un libro me hizo llorar. Pero fue hermoso ver que Oyola me había puesto en su lista de agradecimientos al finalizar el libro. Antes, promediando la novela, descubrí con mucho amor el capítulo del secuestro de Carozo, el de Narizota, que era el que Oyola había leído hará tres años en Cronotopo, el ciclo de lecturas, pintura y fotografía que organizábamos con Ceso. Y lo leí todo el tiempo con una sonrisa porque me acordaba lo que generó esa lectura el 7 de mayo de 2009 en un Matienzo colmado. La gente lo amó y aplaudió a morir. Oyola fue también la primera persona que compró Full of love en una lectura en Una Casa. Esa noche leí un cuento sin terminar sobre la dictadura, y él me dijo: "dale con Fotito -así se llamaba mi cuento- está bueno", y me aconsejó seguir de cerca a mi hijito, presentarlo, leerlo. Yo habré sonreído en el alma. Y resulta que este loco de mierda me viene a agradecer a mí. Genio Oyola, gracias, me das un motivo más para palpar la belleza de las cosas.

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