Hoy es el día más perfecto que he visto.

No puedo creer que ya pasaron cuatro años de la noche que entré y estabas cocinando y me dijiste “escuchá”. Y yo me senté en la butaca de la cocina y escuché. No me parecía que era Radiohead porque realmente 15 steps estaba siendo demasiado pilas. Pero yo relacioné la fecha de salida de su disco y te dije “Radiohead”. Vos estabas tan contento con la cuchara de madera en la mano, contándome algo, supongo, con la casa llena de olor a cebolla y el piso engrasado. Nunca te importó limpiar la cocina, por eso fue lo primero que hice cuando me mudé. Darle con todo a esos azulejos rosa viejo y a las alacenas chorreadas. Organizar el bajo mesada, aunque tu poca paciencia metía los tupper y ollas de cualquier manera sin importar el concepto de mamushka que intentaba darte. Lo mismo para las tarteras. Las tazas a la izquierda y los vasos a la derecha, así ya sabemos qué lado de la alacena vamos a abrir según lo que queramos tomar. Agua, la puertita derecha; té, la izquierda. Ordené todo el estante de las especias, que tenía mil cosas más y mucha mugre. Pinté de verde una caja de té y compré un cesto para la ropa sucia. Varios, porque el peso de la ropa lo desbandaba enseguida y esas redes baratas no aguantaban. Esa noche había salido In Rainbows y vos estabas feliz. Ahora caigo, lo escuché y lo escuché, a pesar de que Radiohead hasta ese momento no tenía mucho que ver conmigo, porque yo soy una chica feliz. Salvo por Ok Computer que estaba en mi casa de los '90 y cuando me deprimía lo ponía. Pero este disco era distinto. "Es" distinto, es perfecto y lo adopté, lo llevé en el mp3, miré los videos, los temas en vivo, los bailé a morir en el Club Ciudad, los escucho acá, sola y, lejos de darme nostalgia, me elevan, me hacen feliz.

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