Nunca me des la espalda

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Se cerraban las puertas, no había donde ir. Nosotros nos venimos a Buenos Aires en el momento justo. Creo que nos respiraban en la nuca. Y en un momento apareció Mario. Nosotros nos volvemos a La Plata porque extrañábamos, viste. Yo un día llego a la última casa en donde viví, que era la casa de Villegas, una casa que había comprado un senador provincial que teníamos en Villegas. Yo era el más antiguo y después, todos pibes nuevos. Yo dormía en la pieza con Antonito Belano, de Cuenca, que es el primo hermano de la piba que vimos en la peña del Abasto ese día que fuimos con Rodolfito. Entonces fui a visitar a los muchachos de la casa de Villegas y lo habían levantado a Antonito Belano. No podíamos ir a ningún lado. A Antonio Belanolo soltaron hecho mierda, viste. Hicieron un simulacro de fusilamiento. Era muy pendejo, muy pibito, y les metió un verso que le creyeron. A Arturo Lima también lo levantaron, le pegaron a morir. No lo picanearon, pero lo tiraron en una zanja por Florencio Varela. Entonces ya a La Plata no íbamos a volver porque ya no sabíamos quién estaba y quién no. En uno de esos viajes Mario me dice a mí “che, yo a veces tendría que ir para Buenos Aires, ¿tenés algún problema con que vaya a tu casa?” Le dije que viniera. Por eso te decía que por ahí a Mario lo levantaron volviendo de mi casa a La Plata.

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Fragmento de un cuento que decidí poner acá luego de leer esto. Los nombres no son reales.

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