Onda de domingo encantado

Seba duerme como un tronco. Le lanzo una mirada como un rayo a ver si mi energía lo traspasa. Pero nada. Sus ojos están sellados y su boca entreabierta. Entonces esta cama de domingo ya se tornó aburrida. Me levanto, manoteo la ropa que me saqué anoche para no hacer ruido, y desaparezco del cuarto. Me acerco a las plantas, las riego, pongo ropa a lavar y cuando voy a hacerme el desayuno, compruebo con un terror feroz que no hay pan para tostar. Voy a tener que bajar. Me recojo el pelo para parecer una persona más o menos, me calzo las gafas y allí voy. Recuerdo que para el otro lado, por Paraguay, hay una panadería a la que nunca fui. Enfilo para allá. Pareciera ser el lado oculto del barrio. Descubro una verdulería abierta y un locutorio con kiosco que jamás había visto. Unos padres jóvenes pasean perros con sus niñitos, cruzan con cuidado la calle. Dejo de observarlos y ahí está la panadería. Acapara mi atención. Ocupa toda la esquina y tiene mesas en la vereda donde algún que otro insomne solitario dominguero como yo, desayuna. Entro a la panadería estallada en un estruendoso reggaetón que agujerea no sólo mis orejas, sino también mi buen gusto. Pregunto cuánto sale el pan. Seis pesos, me dice una chica, que cuando no habla conmigo canta la canción, y le pido un cuarto. Un cuarto de pan. ¿De qué pan?, me pregunta. No sé, de ése, y le señalo uno de los compartimentos. ¿Caserito?, pregunta. Sí, sí, un cuarto de ése y dame cuatro pancitos de esos negros. Dos con treinta sale todo. Le pago y emprendo la retirada. Sigo mirando la calle inédita. Desde el balcón de un primer piso baja un tango. Yo miro y hay un viejo mateando en cuero y mirando la calle. En la pared colgó un banderín que tardo en descifrar. Tiene escrito las siglas C.A.I. Caigo que hoy es día de fútbol. ¡Club Atlético Independiente! Me enciendo y sonrío porque pensar en fútbol me parece tan de otro mundo. Ése seguro que no es macrista, pienso, sólo por prejuicio, por el barrio en el que vivo, porque me había parecido que más de uno de los que desayunaban en la vereda de la panadería sí lo sería. No importa. Yo también vivo acá y no soy macrista. Tardo menos de un minuto en llegar a casa, donde sigue el silencio sepulcral que hace la gente cuando duerme.

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Comentarios

la manis dijo…
Fabuloso detalle de un domingo cualquiera!
Como siempre, un placer pasar por su cuidad.

Besos
MatiAsF dijo…
Capaz que el banderin es de La CAI (Comision de Actividades Infantiles) el club con el nombre mas bizarro del mundo.
Si, me gusta el futbol.
Julia dijo…
Gracias, Manis!

MatiAsF: Nadie menos futbolero que yo. Pero ese CAI que tirás, existe?
MatiAsF dijo…
Si, existe... es de Comodoro Rivadavia y juega el nacional B. Capaz que asciende y juega en primera, quien te dice...
Julia dijo…
Todo es posible en las viñas futboleras. ¿No?
un domingo con periódicos normal...

son raros los domingos
algunos me deprimen
otros pasan cosas bárbaras
son tan especiales
uno puede pasar un domingo en familia
y otro terriblemente sola
un domingo descontrolado
(si el lunes es feriado)
o un domingo en la plaza
(con sobrino y calesita)

tan IMPREDECIBLE...!

cheee ¿Qué hacés el domingo?