Ella (primera parte)

Ella no tiene que ver con el paisaje. Rubia de nacimiento, se sobrepone a la tierra que flota y se convierte en polvo. Todos los días hace el mismo recorrido, del barrio al colegio y viceversa. No se preocupa por sus zapatillas, por más que se esfuerce en mantenerlas blancas, siempre estarán sucias. En verano, el sol insiste. El camino de su casa al colegio es una mala foto. Su mamá se despierta con ella cuando todavía es de noche, le abre la puerta a la gata, que conoce todos los horarios de las habitantes de la casa, y pone la pava en el fuego. Le prepara la leche y unas tostadas con manteca. No a la gata, sino a Ella. La radio está anclada en la misma fm hace años, pero da lo mismo porque ninguna de las dos la escucha. Cruzan dos palabras y Ella se despide. Los ojos verdes apenas abiertos. A las 7 de la mañana todavía se puede caminar por su calle. Al volver del colegio, el barrio será un horno de tierra seca que se incrusta en la piel. No hay árboles ni sombra. Veo un perro que no conoció otra vida que la del barrio y pienso que no sólo las personas tenemos la mala suerte de nacer en ciertas cunas. El perro está flaco y le faltan pedazos enteros de pelo y no sé si piel. No me animo a acercarme para constatar. A sólo unos kilómetros de acá este mismo perro sería hermoso. En el barrio le cuesta caminar, tiene calor y está cagado a palos. Pienso en Ella que camina estas calles hasta llegar a la parada que la dejará en el colegio. El Mp3 aún no le llegó. Ni hablar del ipod o todas las innecesidades tecnológicas que harían feliz a cualquier adolescente. Ella, en cambio, lleva un discman con pilas recargables. Kamikaze y Pelusón of Milk son su banda de sonido en el viaje y en los recreos.

Cuando le faltaba un año para terminar el colegio, su papá se había comprometido a pagarle el viaje de egresados. Hasta que un día la llamaron de la agencia y le contaron lo peor: no viajaría a Bariloche porque debía más de cinco cuotas. Eran como mil pesos o más. Ahí mismo se armó un revuelo familiar, ¿cómo que Ella no va a viajar? Todos pusieron lo que pudieron, la madre, los hermanos, tías y padrino. El padre finalmente llevó unos cheques de terceros a cobrar en 60 días y el chamuyo consecuente. Y Ella, la mañana que llegó a Bariloche, me contó que lloró. El barrio no tiene nada que ver con Bariloche. De allá trajo unas fotos lindísimas que sacó con la cámara de su hermano. También me contó que la primera noche se agarró un pedo tremendo. No sabe si fue que no pudo contener tanta alegría y se desmoronó, o que realmente se había tomado la vida. Se la tuvieron que llevar del boliche al hotel, con pedazos de vómito en el pelo. Al día siguiente ella sólo recordaba hasta la parte en que bailaba en la pista con sus amigas. Se me apagó la luz, me dijo.

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Comentarios

Bruja dijo…
Julia: Me tomé el atrevimiento de musicalizar tu post. Es que Ella es encantadora!
Un beso.
Franky dijo…
Segunda parte, segunda parte!
Julia dijo…
Gracias, Bruja! Yo no sé hacer esas maravillas con el blog! =)
Julia dijo…
Franky; se va la segunda!