Chau Rey

Ayer lo llamé a mi viejo y le dije, papi, desarmame porfi el escritorio que mañana hago la mudanza. Él me dijo que ya había vendido todas mis cosas, que un mes era mucho sin aparecer. Entonces me reí, siempre hace los mismos chistes. El otro día lo visité un segundo. Venía de dar una clase y me quedaba mejor volver para su casa que ir para la flamante mía. Habremos coincidido media hora, porque me cambio a los pedos y me voy a una cena, pero en esa media hora, me cuenta todo lo que yo me perdí en un mes de convivencia con él. Que se compró un vino de Cafayate de tres litros y le faltaba nada para matarlo, "lo estoy tomando desde que te fuiste", me dice, me muestra como siempre la etiqueta, y me hace probarlo. "No es un Rutini, pero", se defiende mi viejo. "Está bueno", le apruebo el tinto. Me cuenta que se seguía emocionando con el video de Paul Potts, porque era un gordito que vendía celulares en la calle y tenía guardada semejante voz, y "la mina del jurado queda destrozada, mirala, mirala", me incita. "Compré este queso, Julia, ¿qué te parece, te gusta más que el queso azul?", me muestra, me convida. Me cuenta que está comiendo muchas frutas y tomando mucha agua, que se bronceó un toque en el superclásico de ayer en el Monumental. Obviamos el resultado del partido, somos dos gallinas acostumbradas. Y mientras me lavo los dientes y acicalo un poco en el baño, escucho que suena Jimi Hendrix a todo lo que da. Vengo y lo veo a mi viejo, sentado frente a la compu, con su copa de vino, moviendo la patita y sonriendo a la pantalla. "Tenés que aprender a hacer esto con la guitarra", y Hendrix la toca con los dientes. Le digo que todavía no, que me dé un poco de tiempo. "Qué hijo de puta este chabón", se maravilla mi viejo. Le doy un beso, le digo que el sábado paso a llevarme las cosas y me pregunta si está muy fuerte la música. Le digo que no, es que Hendrix le queda bien. Hoy llegué para llevarme lo último que me quedaba y tenía todo acomodado, el escritorio desarmado y las cajas apiladas.

***