Hablan por primera vez

Esta fue la nota que hice para los quince años del No, pero que en el suple salió cortada. El otro día estaba releyendo cosas viejas y la encontré. Me gustó leerla, sobre todo porque me gusta escribir acerca de los primeros pasos de las bandas y esa relación con lo bajo e inaugural del rock. Este es un resumen de las cosas que se publicaron en los '90, de lo que estaba pasando acá y en el No.


Desde el 92 a esta parte, el No fue testigo de bandas que recién comenzaban y que según su ojo subjetivo, saltarían a la fama, o al menos harían algo de ruido. Archivo en mano, encontramos algunas primera notas de las bandas, como por ejemplo una en la que Martín Pérez entrevistaba a un pelado que, dice, hablaba mucho. Se sorprendía con su verborragia. Este pelado hablaba de política y desafiaba al presidente de ese entonces: “le voy a decir hijo de puta en la cara”. El Pelado Cordera de La Bersuit --que en la foto de ese debut en el No aparecía envuelto en pijamas, al igual que ahora--, contaba que el productor de Y punto sería Fito Páez y que tras una serie de desencuentros lo terminaron sacando solos “y sin Fito, que medio que nos cagó la vida”.

Los 90 fue una década testigo de muchos nacimientos y el No tuvo cierta mirada premonitoria. Se adelantaba a las promesas y contaba qué era el nuevo rock, que el tiempo se tomaría el trabajo de convertir en clásico. El rock alternativo se mueve, era el título de una nota del 94, y allí se describía cómo sería el festival de Córdoba que se haría a orillas del río Primero. Tocarían bandas del nuevo rock argentino y se comparaba esa movida con el festival Lollapalooza. Adrián D’Argelos pedía en un recuadro que no los definieran como alternativos ni los midieran con los músicos eximios que tocan en el verdadero festival americano. Hoy tal vez se entienda la comparación desde otro lugar, como “algo inusual y extraordinario”, como expresa el significado del término lollapalooza. En esos festivales cordobeses de los años 93 y 94 que este suplemento cubrió, tocaron Todos Tus Muertos, Los Brujos, Peligrosos Gorriones (que habían llevado un demo y terminaron siendo la revelación del festival), Los Visitantes, Babasónicos, Juana La Loca, Martes Menta, Tía Newton, Caballeros de la Quema, Massacre, Illya Kuryaki y El Otro Yo. Todas bajo el mote de bandas nuevas y emergentes. “Para nosotros es muy importante tocar en Córdoba, pero más importante es seguir volviendo a Morón”, decía al suple un pelilargo Iván Noble.

Psicodelia de acá, era el título de una nota del 92 donde se presentaba a Los Brujos, esos seis personajes que buscaban transmitir energía (dos de ellos aún persiguen el mismo objetivo en Electrón), mediante un estallido musical. Apadrinados por Daniel Melero y Gustavo Cerati, contaban que durante cuatro años se habían dedicado a tocar sin un plan, pero se dieron cuenta de que había salido algo diferente. Así Los Brujos cobraron vida propia y ese delirio se transformó en su primer disco, Fin de semana salvaje. Cerati además le había dado una mano a su amigo Richard Coleman por aquel año, y produjo el primer disco de Los Siete Delfines, que el No presentaba en sus página. Los Caballeros de la Quema también tuvieron aquí sus primeras notas. En el 92, Noble contaba que las mejores letras son aquellas que destilan furia, “el tipo que escribe sin saber qué pasa alrededor es un tarado”. Claro, sus canciones se harían famosas justamente por hablar del barro y la violencia de Buenos Aires esquina Vietnam. Dos años después ya los embanderaban bajo el rock barrial y ellos se hacían cargo de la calificación. “Pero creo que una banda de barrio es algo más primitivo --contaba Noble-- eso del aguante y la tracción a sangre, pero con eso solo no alcanza, tiene que haber una búsqueda estética”. Aún sin haber sacado su primer disco, Salud Universal, Palo Pandolfo hablaba en el 92 de Los Visitantes y recordaba los viejos tiempos de Don Cornelio y la Zona, donde se veían demasiado jóvenes como para encarar una banda. “Ahora nos hicimos fuertes y podemos hacer las dos cosas: tocar y vivir de la música”. “Afortunadamente hay un punto donde las cosas empiezan a funcionar”, decía Oscar Mollo en una nota inaugural que llevaba por título Multiplicados. “La gran cosa es mantenerse lo más intacto posible. No al extremo de Los Redondos, de no sacarse fotos ni hablar con ningún reportero, porque eso también es alejarse un poco de la gente”. Aquella nota decía que se posicionaron con su segundo disco, Acariciando lo áspero, y que los Divididos (aún con Federico Gil Solá en la batería) lo tomaban como una señal de crecimiento: “Tenemos pensado vivir de la música”, confiaba al No un soñador y aún ruliento y gordito Mollo. Dos años después Las Pelotas veían de lejos el desarrollo de sus ex compañeros de Sumo: “Me parece bárbaro que a Divididos le vaya bien, a nosotros también nos va bien. La diferencia está en la multinacional que los maneja. Nos gratifica hacer discos nosotros mismos, las multinacionales son chupasangres”, definía Alejandro Sokol mientras presentaba Máscaras de sal en estás páginas.

Los hermanos aztecas también pasaron por acá. De la mano (que no suelta el Oscar) de Gustavo Santaolalla el No mostró a Café Tacuba como los líderes de la movida mexicana. “El rock se cantó en inglés hasta que a unos cuates se les ocurrió cambiar el rumbo”, rezaba aquella nota en el 94. Santaolalla, visionario y siempre latino, proponía desde Los Angeles una integración no sólo política con el país del tequila, sino entre bandas “para romper todo”.

***

Comentarios

villings dijo…
Estoy estudiando lo mismo que vos, y en el mismo lugar (me tuve que enterar por terceros, ejem).. A ver si un día termino escribiendo algo así, en algún medio.. oh sueños, sueños..
Julia dijo…
ey! o sea que estás viviendo en bs as! qué bueno! bah, es bueno, no? y quienes son esos terceros, che?
te mando saludos y espero q esté yendo todo bien en donde yo estudié.
A! dijo…
wep!

a martin perez lo entrevistamos para el prog de calamaro, y no lo pusieron al final, un bajon
tiene un monton de discos, y libros, impresionante la estanteria. un capo, bah
lo unico q no coincido cn él es q le gusta ese disco de calamaro q es un embole


A
Julia dijo…
Ah, sisi, Martín Pérez es un gran conocedor de su oficio y buena gente. Eso es importante también!
besos, A!