Un sonido dulce encanta mi lengua,
inmóvil por el sueño.
La palabra “palabras” resuena en el vacío.
Yo duermo y aterrizo en el parquet.
Me despierto.
Primero la cabeza,
los ojos siguen para adentro,
son lo último que amanece.
Más palabras que
impulsan el envión hacia el límite
de una cama tibia.
Y dos piernas verticales
caminan hacia el cuaderno.
Aún escucho su respiración de mañana.
¿Qué hora será?
¿Las 8, las 9?
Los ojos están abiertos pero no miran
hacia afuera, son concientes de la duermevela,
de que son las 11,
de que hay que levantarse.
Un minuto llevará escribir esto dormida.
Dame un minuto más de sueño
para escribir lo que me dictaban mientras dormía.
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