Caracolito de domingo

Hace días que quería decirte que la planta que creció al lado de la otra que dejó tu hermana, es lavanda. Lo supe cuando fui a buscar la compu al centro. Sí, otro fuckin viaje al centro. Pero bueno, el service de la compu estaba allá y no había más opción. Sobre Córdoba me acerqué a un puesto de flores en donde habían unos cactus. ¡Adoro los cactus! Sólo a mirar. En verdad no salían muy caros, pero plata para gastar en cactus no tengo. Así que sólo pregunté el precio y el señor que vendía, muy gustoso, me dijo quince pesos. Y seguí mirando, hasta que detecté unas que me parecieron hierba buena (algunos le dicen yerba buena). “¿Éstas cómo se llaman?”. El señor me dijo que lavanda. Y una vez revelado el misterio de tu planta, seguí viaje. Parece que elijo los días para ir al centro, porque el viernes estaba horrible de verdad. A las cinco de la tarde, el cielo estaba como si fueran las ocho de la noche. Y nada, eso. Era lavanda nomás. Es que si no lo escribía, me olvidaba de contarte.

***

Lo que pasa es que ir al cine es una de las mejores cosas que tiene la soledad. Ir al cine sola es lo más parecido a la felicidad. Es todo un ritual. Llegás, obviamente el transcurso de tu casa al cine lo hiciste con música en las orejas, y cuando llegás a sacar la entrada, es como si estuvieras en otro mundo. En tu mundo. Y todo es maravilloso. El maravilloso mundo del cine, de la calle, de la música y la boletería. ¿No les pasa? ¿O soy yo que me conformo con poco? Siempre hay un kiosco muy cerca, entonces, con la entrada en el bolsillo, te dirigís hacia allí y comprás la golosina más chancha. Pero yo descubrí una cosa mejor: frente al Atlas Santa Fe hay un Burger King. ¡Amo el capuchino de ese lugar! Entonces, cruzo la calle, me compro un capuchino y un maffin. Guardo la bolsa de madera estratégicamente para que no se derrame en la mochila, y entro gorda de felicidad a la sala. Sola. Muchas de las personas que están allí, están acompañadas. No es que me jode ir acompañada, me gusta. Pero lo que pasa es que quedar con alguien es todo un quilombo. Que la hora, que la película, que la sala, que esa no quiero ver, que siempre querés elegir vos, que tu gusto es una garcha. Entonces, de esta forma, no hay reproches. Ni propios, ni ajenos. Y el café lo saco de la mochila antes de que apaguen la luz, sino, corro el riesgo de quemarme entera. Ya no uso sacarina, sólo azúcar. Mi viejo me metió en la cabeza que es cancerígena, y si es fruta o no, no lo sé. Tampoco averigüé sobre la veracidad de su afirmación. Pero tomar el café con azúcar me parece más sano que de la otra forma. No importa, el capuchino del Burger con azúcar, preparado en el cine, sobre mis rodillas, en la soledad y en el silencio, es inadjetivable. Odio los adjetivos, lo cursi de los adjetivos.
Pero ir sola al cine.
De verdad.
Es mágico.

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Comentarios

Molina dijo…
Muchas veces, el ritual de hacer cosas en soledad es incomparablemente plácido.

El viernes no viniste al final, no?
Julia dijo…
Hola Molina!
No, che, no fui porque el viernes tuve un día agotador y estaba super cansada. Sumale un poco de resaca... No había chances de que saliera. Cómo estuvo?
Anónimo dijo…
La descripci�n del ritual-cine-en-soledad, es como hacer un viaje solo. O al menos me remiti� all�.
Julia dijo…
si, poliya! te lo figuraste todo. vos y tus viajes, nunca dejás de volver.
Molina dijo…
Estuvo bastante bien, creo, pese a la falta de Oyola. Que pena que no viniste. Un beso