Tan cursi y tan enorme

Anoche vi Con ánimo de amar. Sola. Tendí la cama y preparé la sesión de cine. Puse la compu cerquita de mis piernas. Hace unos días había bajado los subtítulos, así que solo tenía que poner play. Cuando se estrenó, en 2006, empecé a ver 2046. La alquilé especialmente, pero no la terminé de ver. Tenía la sensación de estar continuamente en el aire, por lo que desistí y 2046 pasó a la historia. Pero anoche estaba encantada de estar viendo Con ánimo de amar. Era hermosa. Las imágenes, los personajes que nunca aparecieron, la cámara lenta, la música. La música. Como sea, recién caí que era el mismo director de 2046 cuando el personaje principal, un escritor, cerró la puerta del cuarto en el que se inspiraba y la cámara hizo un plano detalle del número de la puerta. Fue tan genial. Por esos guiños soy una agradecida del cine. Bueno, al margen de todo esto, terminé llorando. Era de suponer. Pero la sensación final no fue de angustia por el desencuentro, por el prejuicio o la cobardía, que es asunto de los hombres, no de los amantes. La sensación del final fue de felicidad por haber visto una película tan. Odio adjetivar. Tendría que decir bella, pero me parece tan cursi esa palabra.