Fin del vino

No es novedad que mi padre es rockero. Acá está, atrás mío, tomando su copa de vino religiosa, luego de la cena, y haciendo su recorrida por los canales. Un rato deja el fútbol, luego política, hasta que se cansa de todo eso y se queda en los canales de música. Yo escucho algo que me es familiar y dejo la edición por un instante para chusmear qué es lo que está mirando mi padre. No cambia de canal. ¿Querés adivinar quiénes son?, le pregunto. Sí, me dice, no puedo sacar quiénes son, y son buenos, eh, pero la minita, ¿por qué no canta?. Porque toca la batería, le respondo. Y le digo quienes son. Ah, White Stripes, sí, dice. Son buenos, no? La otra noche estaba haciendo un zapping feroz y apareció este andrógino, cómo se llama, Julia, decime. Yo paro la edición de nuevo y le digo Marilyn Manson. No, me dice, uno anterior, medio puto. Ehmmm... ¿Prince? No, no -se impacienta mi padre- el primer andrógino, ése que se pintaba la cara y cantaba como un hijo de puta. Bowie, adivino. Ése, me dice. Qué chabón zarpado ese, no sabés el concierto que encontré el otro día en uno de estos canales por allá arriba, al final del cable. Lo agarré al final, pero cómo canta. ¿Y éste? ahhh.. Robbie Williams, todo producido, lo bardea. Mi padre vuelve a cambiar de canal y enumera: Coldplay, Madonna, ésta ya no sabe qué operarse, eh, dice. Julieta Venegas está en el Canal de la Música y parece que a mi padre le gusta porque no cambia, respeta la canción hasta que termina. La copa de vino está llegando a su fin y él sigue con su zapping, film and arts, y un especial de directores de cine, Alf, y los canales de música agotaron su momento de gloria en la noche de mi padre.


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