No se entiende mucho (es la idea)

Vos no dejes de hacerlo. Todos los que están acá pagaron para ver el show, no se están aburriendo, le dije. Ella lo mismo sonrió y se quedó pensando en los aplausos, si en verdad serían para ella o si el público no entendía nada de música.

Bebimos cerveza y comimos bruschettas en un reducto gay de buen gusto. Los cuatro estábamos pasándola bien. Mucha charla y filosofía, que luego trasladaríamos a la casa de uno de nosotros al leer un diccionario mientras al fernet le falta hielo. Nina Simone reemplazó a Rosario Bléfari y usamos una hoja del final del libro de filosofía como seda. A falta de biblia.

Ella después me dio la razón. Antes me había dicho que le parecía que la gente se aburría, sobre todo porque era un recital desenchufado. Todos amamos el rock, pensé. Todos, yo tal vez un poco más, pero en verdad ella sube, canta sola con la guitarra y somos todos así y amamos. Yo en particular amo.

Entonces escucho las letras y es todo lo q a veces yo quisiera decir y no me animo. Tal vez la guitarra y el ángel la salvan del tono desafinado. Su voz es impune, le digo al Pelu, él entiende y está de acuerdo. Cualquiera que sea digno de alguna sensibilidad musical y algunas letras, sabrán de que hablo.

Todo lo que podés hacer es esto.
Lo envuelve.
Me mirás desde el sillón y me invitás a que me siente a tu lado. Como si fuéramos amigas. A mí no me cuesta mucho hacerme amigos.
Tu pelo y tu sonrisa me arriman un poco más, aún cuando se apagó el sonido y se prendió el dj.

Muchas chicas llevan su mismo corte de pelo. Lo ubico en el estadío de fan de ídolo de rock. No sólo por la música o la letras, ya cuando se traspasa ese limite de la personalidad, aparece la búsqueda de identidad. Personal.
Cotidiana.
El pelo lo vemos todos los días. Es el marco de la cara, dijo Valeria una vez.

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