El antiregreso

No, lo que pasa es que cuando arrancamos con El Silencio nosotros éramos re distintos y hacíamos periodismo de rock, pero bastante cuadrado. Ibamos a todos los recitales, nos acreditábamos para cualquier cosa y volvíamos a la noche, seguramente de la cabeza, y nos poníamos a escribir. No digo que eso haya cambiado, lo que yo te digo es que nuestra forma de vivir el periodismo y el rock cambió. Ya veníamos estructurados de las clases de Tea, ponele, de lo que debía hacerse en una nota y lo que no; que las fuentes, que los nombres completos, que uno nunca es lo que importa. Entonces empezamos a abusar de las primeras personas y los gerundios, que son el horror del periodismo. También incorporamos las frases sólo para entendidos y los pastiches sin razón. Así pasamos el primer año. Antes ya había aparecido Tomás, el compañero de birritas, que se tornó inseparable y fiel, otros redactores se habían ido, entonces quedamos los cuatro súper fantásticos. No, no éramos una secta, nada de cerrados, tenemos muchos amigos y siempre quisimos que se sumaran más redactores a El Silencio, pero no sé por qué no fue posible. Estaba hablando del primer año de El Silencio, en el que estábamos fascinados con la organización de las fechas. Yo considero que hicimos lo que quisimos cuando el post Cromañón y Telerman estaban en la crew del nosepuedetocar / bailar / fumar. Y ahora esas fechas quedaron tan lejos que me pongo melancólica y acepto que las extraño. No hay reunión en la que no confluyamos los cuatro sin que terminemos hablando de El Silencio. Era costumbre decir lo que queríamos, discutir y reír. La última vez, el año pasado, volvimos con EL Silencio solo por dos meses. El nuevo diseño no nos convencía, nosotros estábamos algo desunidos y no actualizábamos nunca las notas. Pero bueno, la última-última reunión fue LA excusa para juntarnos. Vengan a casa, dijo Ceci. Empanadas, cerveza y porro: combinación letal. Y mientras en el medio de la cena Juanito y Cecilia discutían, Tomás tiró “¿cuándo vuelve El Silencio?”. Enseguida perro y gato dejaron de pelear y los tres miramos a Tomás. Qué buena pregunta. Traé la otra, se impacientó Ceci. Tomás descorchó y Juanito sacó fotos después de armar otro porro. El disco se había acabado, la púa dale que dale y Tomás que se queja porque los vinilos son todo jazz. Así fue como tiramos una vez más nuestras cosas sobre la mesa y nos entusiasmamos como siempre, que el nuevo diseño, que basta de notas, que corchazo a la estructura. Y nada, nos pusimos de acuerdo. De nuevo cuatro personalidades para poner a prueba la aceptación y la confianza en el otro.

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