Un cuadro

Él me saluda en silencio, los ojos colorados y un trago en la mano. Sigue cantando, sabe que llegué. Está transpirado y excitado. Yo lo miro más que él a mí, pero sabe que estoy ahí. Me voy, me canso de la histeria. Me voy al otro lado, y a pesar de que aún estaba tocando su banda favorita, lo veo aparecer. Me busca con la mirada. Acá estoy, dice mi pensamiento, no le hablo. Me ve, se va.

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