No pasa nada, salvo que...

Odio cuando no pasa nada. Y hoy no pasa nada. Sólo llueve, pero yo no puedo estar en mi casa, en la cama tapada hasta la pera haciendo zapping o viendo alguna peli que alquiara en blockbuster. Encima como hace dos días más o menos que no vuelvo a mi casa, esta mañana me encontré con el diluvio y las mismas chinas primaverales que venía vistiendo estos días. Y sin paraguas que, por el contrario a mucha gente que conozco (y que no), necesito para cubrirme. Me molesta mojarme. Una vez me agarró un chaparrón de verano y yo venía de la heladería en ojotas y atuendo veraniego. Esas lluvias insospechadas. Entonces cuando fui a cruzar la calle, la corriente de la inminente inundación me llevó una ojota. Llegué a mi casa hecha una lástima y me sequé. Ahora que me acuerdo no fue tan malo perder la ojota. Nada es tan lindo como llegar a casa y secarte, mientras afuera llueve. Lo mismo hoy es un viernes de mierda. Definitivamente. Solo que tengo la excusa para mejorar, en un ratito me voy a terapia, más tarde a mi casa a tirarme en la cama: tele, libro o cuaderno. Luego, me encontraré con mi amiga Ceso para cenar y más tarde hay concierto. Yo le ofrecí ir a comer sandwichs vegetarianos en frente de Niceto. Ojalá ella redoble la apuesta y me ofrezca comida china y vino.