Polos apuestos

Madrugada.
Eramos dos iguales. Mi pelo largo y el suyo.
Cumplí mi deseo que supe reprimir durante tanto tiempo. La miro, es tan rubia y suave, tan linda como ningún hombre. Pero lo mismo pienso en él. Habíamos hablado de las ansias de beber algo de lo propio. Él entendería, él piensa como yo. Mi confusión, mi pureza es cada vez menor. Soy una niña vieja, todo lo que se me ocurre quiero probar y esta irregularidad es sólo mía. No me importa, si es todo piel, sensaciones e intuición de mujeres. Y un sabor que aún está en mi lengua.