Te extraño. Me extraña.
Dos adolescentes que juegan. El sexo es de ellos, como el mundo. El sexo es el mundo entonces. Juego de adolescentes, el que pierde se pone a las órdenes del otro. Me gustaría volver a ser esa chica que se ponía a las órdenes del otro porque siempre perdía. Los juegos no fueron hechos para mí, siempre me costó ganar. El sexo es de los adolescentes (y de los perdedores).
Dos adolescentes
Se conocen recién y desde ayer se lamen. Empieza la degustación, a ver qué sonido esto y que olor aquello. La suciedad es excitante.
"Cuando vuelva te quiero desnudita en mi cama". Y así las tardes: cerveza, marihuana, algún plato de arroz y cama, risas, casettes renegados. Y automáticamente después de haberse revolcado como gatos en celo, de haberse gritado hasta el último grito, seguía el rito de peinarse, sacar las arrugas del guardapolvo, a ver si todavía tu papá.
Horas y horas en el cuartito atestado de humo: las paredes de telgopor chorreaban humedad y hasta las mantas verdes que colgaban del techo sudaban. Ellos ni te cuento. Cruzaban diversos orificios y se traspasaban en una guerra sin muertes. Manchas de miel y una suciedad innata. Manchas sobre todo. Solo eran dos adolescentes. Y otra vez las miradas que anteceden a la batalla. Y otra vez los dientes se vuelven cuello y espalda. (Atomicidades vuelan a través de la cama, esos haces de luz que se filtran canallas cuando solo se desea la oscuridad). Después los libros volaban por el aire y la realidad se deformaba, hasta que llegaba el sueño mezclado con el whisky.
Las tardes sólo pasaban, como los trenes.
Fin.
Escrito en 1998.
Encontré una carpeta valiosísima en la que escribía cosas en mi línea cronológica que va de los 18 a los 22 años. Este texto fue un poco censurado (sólo un poco), supongo que ya me animaré a subirlo entero.
¡Qué delicia la inconciencia! Me enteré de muchas cosas que ahora hacen que yo me extrañe, con esa sensación que se extraña a un ex novio y con él a toda una época; o un amigo al que nunca más viste. Así el paisaje es harto lejano, una foto arruinada.
Ahora ya fue.
En todo caso, es bueno (re)descubrirme adolescente.
Dos adolescentes que juegan. El sexo es de ellos, como el mundo. El sexo es el mundo entonces. Juego de adolescentes, el que pierde se pone a las órdenes del otro. Me gustaría volver a ser esa chica que se ponía a las órdenes del otro porque siempre perdía. Los juegos no fueron hechos para mí, siempre me costó ganar. El sexo es de los adolescentes (y de los perdedores).
Dos adolescentes
Se conocen recién y desde ayer se lamen. Empieza la degustación, a ver qué sonido esto y que olor aquello. La suciedad es excitante.
"Cuando vuelva te quiero desnudita en mi cama". Y así las tardes: cerveza, marihuana, algún plato de arroz y cama, risas, casettes renegados. Y automáticamente después de haberse revolcado como gatos en celo, de haberse gritado hasta el último grito, seguía el rito de peinarse, sacar las arrugas del guardapolvo, a ver si todavía tu papá.
Horas y horas en el cuartito atestado de humo: las paredes de telgopor chorreaban humedad y hasta las mantas verdes que colgaban del techo sudaban. Ellos ni te cuento. Cruzaban diversos orificios y se traspasaban en una guerra sin muertes. Manchas de miel y una suciedad innata. Manchas sobre todo. Solo eran dos adolescentes. Y otra vez las miradas que anteceden a la batalla. Y otra vez los dientes se vuelven cuello y espalda. (Atomicidades vuelan a través de la cama, esos haces de luz que se filtran canallas cuando solo se desea la oscuridad). Después los libros volaban por el aire y la realidad se deformaba, hasta que llegaba el sueño mezclado con el whisky.
Las tardes sólo pasaban, como los trenes.
Fin.
Escrito en 1998.
Encontré una carpeta valiosísima en la que escribía cosas en mi línea cronológica que va de los 18 a los 22 años. Este texto fue un poco censurado (sólo un poco), supongo que ya me animaré a subirlo entero.
¡Qué delicia la inconciencia! Me enteré de muchas cosas que ahora hacen que yo me extrañe, con esa sensación que se extraña a un ex novio y con él a toda una época; o un amigo al que nunca más viste. Así el paisaje es harto lejano, una foto arruinada.
Ahora ya fue.
En todo caso, es bueno (re)descubrirme adolescente.