No veo nada

Sé que venís del bar. EL vino enrojece tus ojos. Pude verlos a penas cruzaste la puerta. Son dos fósforos. Ahí escucho tus palabras de hielo, que caen como de unas escaleras. Atropelladas. Y yo ruedo río abajo.

Tu cuerpo oscuro trae dibujado otro cuerpo de mujer. Del mío ya no escuchás ni la música.

Por eso escribo un texto final, para que me empuje hacia la calle.