Amused to death

No tuve muchas oportunidades de morir. Solo algunas. Con esto me refiero a haber corrido riesgo de muerte en la vida real. Muchas veces sí pude (y quise) morir, pero en sueños. Pienso que cuanto mayor es el deseo de caer, el sueño se hace más real y la muerte está ahí, a tu izquierda, como decía el brujo de Don Juan. Bueno, anoche casi muero soñando, por ejemplo, de verdad, pero no viene al caso. La cuestión que las veces que estoy por morir en esta dimensión (a la que los demás llaman “vida” o “mundo” o esas cosas inexplicables), siempre está presente mi amiga Ceso. La última vez que recuerdo haber rozado a la parca, fue la del vuelo turbulento hacia el sur, donde ni las azafatas estaban tranquilas. Y ahí estaba Ceso, sentada a mi izquierda, del lado de la ventanilla, hablando sin miedo. Y hoy posiblemente muramos las dos de nuevo. Juntas, claro. Porque hace unos meses hicimos unas notas de modas y tendencias para un página web latinoamericana en donde nos pagaban bien. Cuestión que la señora que contrató nuestros servicios desapareció unos cinco meses y hoy recién me llamó. Me llamó desde un número privado, es decir que no podía ver su número, nos citó urgente a las dos en una dirección equis, me dijo que su dirección de gmail se había inutilizado de un momento a otro (por eso nunca nos había contestado) y que su teléfono no sé qué. Desapareció. Así que ya le dije a Ceso que vayamos preparadas para lo peor. Me da miedo no saber a dónde voy a ir. Igual, lo más probable es que no muramos y después de reunirnos con esta señora vayamos a tomarnos unas cervezas meta hablar de nuestro presente. Y la muerte, que siga esperando nomás.

(¿Ven qué fuertes que somos?)