Todo el mundo va a

El protagonista de esta historia no es músico. Es director de cine y yo lo admiraba secretamente desde su fotolog. Siempre firmaban chicas y les ponían cosas como piropos y esas boludeces que nunca me animé a firmar. En cambio, siempre pensaba que si alguna vez nos conocíamos, yo no iba a gustarle. No sé por qué. Me imaginaba que su target eran chicas diferentes a mí. La cuestión es que un sábado fui al lavadero a dejar la ropa sucia y después se me ocurrió ver qué peli pasaban en el cine de la vuelta de casa, a ver si más tarde me acercaba a ver algo. Doblo Montevideo para tomar Rivadavia y estaba él parado en la esquina. Justo al lado del puesto de flores. Lo miré. Lo miré mucho pero no le dije nada, seguí derecho hasta el cine. Chequeé los horarios del cine y retomé Rivadavia para volver a casa. Él seguía en la esquina. Estaba con una chica. Los dos se reían y a mí me encantó su forma de mirarla. La miraba como si no pasara nada a su alrededor. El mundo no existía para ellos hasta que esa energía fue interrumpida por una llamada al celular de la chica, entonces se alejó un poco para hablar. Yo lo llamé por su nombre. Me miró. “Si”, me dijo y se rió. “Hola, soy Julia y siempre veo tu fotolog, me encantan las cosas que escribís”. Él estaba igual que en las fotos que subía. Totalmente de negro y su pelo idem, con una mezcla entre Robert Smith y Tim Burton. Vi su brazalete negro en su muñeca. Y yo lo miraba, él sonreía y más me gustaba. Instantáneamente me encantó mucho más que por foto. Quedamos que le iba a mandar un mail. La chica finalizó su conversación paralela y se acercó. Nos presentó, ella sonrió. Era linda. Yo doblé la esquina y llegué a casa.

Continuará.