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Títulos tentativos (de tentar, que me tientan), entre otros:

* La noche que me indigesté con chau fan
* Cómo bajonear saludablemente
* El divino arte de bajonear

La noche que me indigesté con chau fan venía de haber fumado con unos amigos durante toda la tarde. Un recital al aire libre, calles cerradas al tránsito, y ska al viento. La música en vivo nunca llegó a despeinarme, así que la salida fue más social que artística. Hasta que en un momento no quise estar más en la calle. Toda la tarde fumando me había agotado. Como el bondi no venía, me tomé un taxi. Le dije que me dejara en la puerta del chino sabiendo de antemano cuál iba a ser el menú que me llevaría a casa. Entonces le pedí chau fan con pollo. Esperé unos siete minutos absorta en El Eternauta, chequeando la barra china de vez en cuando. Llegué a casa y me serví una porción. Los chinos preparan las porciones como para diez. Pero yo me serví una. Después otra. Devoraba ese chau fan extenso como si nunca fuera a acabarse. Así que volví triunfal a los sillones a mirar una serie repetida. Siempre con el plato lleno. Tuve la delicadeza de no comprarme postre, al menos. No podía moverme. Sentía que el contorno de mi cuerpo ya no era el contorno de mi cuerpo. Yo era otra cosa y me estaba saliendo por los ojos. Entonces me reí. Me causó gracia, ¿qué iba a hacer? Como el otro día que se fueron mis amigas de casa tipo 7 de la tarde y habíamos estado fumando horas antes. Yo no quería que se fueran, pero bueno, business son business. Así que me dispuse a preparar unas tostadas en la cocina. En eso sonó el teléfono y dudé en atender. Nunca es para mí. Sin embargo, dejé la faena merendera, y caminé directo hacia el teléfono.

- Hola…
- Hola, ¿Julia?
- ¡Sí!
- Te habla Marta Minujin, ¿vos me llamaste?

El asombro que yo tenía ni hoy logro describirlo. Hasta que logré coordinar una línea de pensamiento. Marta Minujín estaba llamando a mi casa.

- Hola, Marta, cómo estás, sí, te llamé, pero no te puedo creer, la revista entró ayer a imprenta. ¡Ayer!
- Qué lástima, acabo de llegar de Estambul y justo con Andy éramos re amigos. Igual voy a estar ahora en la muestra hablando un poquito – me confiaba sus planes la mismísima Marta Minujín mientras yo me agarraba la cabeza e intentaba hacer foco en algún lugar del comedor.
- Sí, no sabés! Yo tenía muchas ganas de que estuvieras en la nota porque esta muestra parece que va a ser grossa y quién mejor que vos para….- seguí hablando hasta que nos despedimos.

Corté el teléfono y me empecé a reír sola. Claro. Sólo a mí me pasan estas cosas. Pensé en llamar a las chicas. Pero desistí, supuse que no me iban a entender y todavía los panes estaban en la tostadora.

***

Comentarios

jajaja, me encanta esta anécdota. POR ESO te vamos a dar notas con menos producción =oP
para que no te pasen esas cosas.
te quiero
Julia dijo…
a mi tambien me gusta. me reí mucho cuando pasó, el tema es que estaba sola, no podía compartirlo con nadie! creo q estas cosas me pasan por fumar y por ser, básicamente, buena periodista =P.
firma: modesta gonzález.

igual, sí, adhiero a bajar un toque la producción de las notas! te quiero.
GC es un grande dijo…
genial...y el divino arte de bajonear es mi prefe...;)

besos
La Criatura dijo…
Qué buena anécdota.

Ahora, si eras fan de Marta... chau fan.

Perdón.



(puede ser "el indigestante arte de bajonear")
Unknown dijo…
está hablando de faaaso
Pablo dijo…
Yo le pondría ARTE ARTE ARRRRTe