Él (de)Vendrá

Hablamos poco por esas famosas causas de fuerza mayor. Pero lo breve si bueno, dos veces bueno, dice mi padre. Así comenzaba la entrevista a Devendra Banhart para Página/12: 

“Tendríamos que hacer esto en persona, ¿puedes oír todo esto?”, fue la pregunta de Devendra al iniciar la entrevista. “Perdón, no se puede oír nada, ¿qué me dices, Yulia?”, casi gritando mientras pasaba una ambulancia replicando su sonido trash en Buenos Aires, como si estuviera pasando por esta misma esquina. “Así es Nueva York”, consiente el músico en un venezolano dulzón y risueño, como disculpándose por la idiosincrasia de una ciudad que muchos conocemos por el cine o algunas series de tv.  

Pero la nota es ésta: 

no

JUEVES, 14 DE NOVIEMBRE DE 2013
EL CURIOSO CASO DE DEVENDRA BANHART

“Todavía sigo sin escribir una canción buena”

Hace rato que este músico mitad venezolano mitad yanqui se cortó el pelo y se soltó con eso de aquel supuesto hippismo endilgado, pero aún así permanece ligado a lo elemental en su noveno disco, Mala, que presenta en Buenos Aires.

 Por Julia González
Una voz femenina que sólo habla inglés interrumpe la conversación telefónica con Devendra Banhart a los diez minutos de haber empezado. Anuncia que hay que cortar: otro periodista espera en línea para entrevistar al músico que está presentando su noveno álbum, Mala, editado por Nonesuch Records. “Perdón, no tiene que ver conmigo, quien acaba de decir eso es la persona de mi sello que tiene otra persona en la otra línea; si es por mí, feliz, hablamos por meses”, explica Devendra desde Nueva York. La charla venía de lo más amena, a diferencia de alguna de las últimas apariciones del músico en los medios locales, con el conductor Juan Di Natale, a quien saludaba telefónicamente por la Navidad en pleno abril y le expresaba su deseo de venir a La Pampa para bailar y cantar cumbia villera y chichas. Todo eso en un estado de dudosa sobriedad. Venía todo bien a pesar de esa fama de “entrevistado difícil” en la que se echó a dormir este músico mitad yanqui, mitad venezolano, que hace rato se cortó el pelo, el último vestigio de un supuesto hippismo endilgado. Había dicho que si bien no iba donde no lo invitaban, a América latina vendría igual.
Lo cierto es que Devendra había recibido la colación para volar al sur, pero no le parecía apropiado hasta tanto no tuviera su disco nuevo en la mano. Amante de la música en vinilo y de los viajes, este artista excéntrico hace del misticismo y el naturalismo una escuela que a su vez lo conectan con lo naïve y lo campestre. Es una buena foto o un lugar común del cantante freak folk o indie folk, aunque ni el propio Devendra sepa de qué la van esas etiquetas. Dijo que Atahualpa Yupanqui era su héroe, que Simón Díaz lo hizo descubrir lo bueno que tiene Venezuela y que las músicas de Juana Molina y del Mono Fontana debían enorgullecer nuestras tierras. Y se trata sólo de un botón de esta sensibilidad que lo lleva a abrazar América latina.

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Dejo una de las canciones que más me gustan del disco nuevo; por la armonía, por la guitarra, por la serpiente que canta en su voz, porque está dedicada a una antigua feminista, porque sí:


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